Esta obra de Toyo Ito fue la primera obra que me vino a la cabeza en cuanto escuché el enunciado de la nueva práctica que debemos realizar. Con ya 22 años a sus espaldas, sigue siendo un magnifico ejemplo de las posibilidades que la técnica brinda a la arquitectura a la hora de realizar obras que respondan a estímulos ambientales para modificar su aspecto exterior.
Esta torre, de 21 metros de altura, se alza en el centro de la plaza de la terminal de autobuses de la estación de Yokohama, y es fruto de la rehabilitación de una antigua torre de ventilación y de depósito de agua que daba servicio desde hacía veinte años a la zona comercial existente en este lugar.
La idea fue recubrir la superficie de la antigua estructura con placas de espejos acrílicos, sobre los que a su vez se coloca un cilindro de aluminio perforado y de sección transversal oval (9 x 6 m). Durante el día, los paneles de aluminio reflejan la luz y acentúan la forma de esta estructura cilíndrica, cuyo armazón se hace visible a través de la luz. Al anochecer, cuando la torre se ilumina, se produce un efecto caleidoscópico por el reflejo de la serie de puntos de luz situados entre el cilindro de aluminio y el revestimiento de espejos y visible a través del metal perforado. El sistema de iluminación, controlado por ordenador el pie de la torre, consta de 1.280 mini-lámparas y 12 luces de neón de forma circular, además de 30 focos situados en la base, 6 en el exterior y 24 en el interior.
La idea fue recubrir la superficie de la antigua estructura con placas de espejos acrílicos, sobre los que a su vez se coloca un cilindro de aluminio perforado y de sección transversal oval (9 x 6 m). Durante el día, los paneles de aluminio reflejan la luz y acentúan la forma de esta estructura cilíndrica, cuyo armazón se hace visible a través de la luz. Al anochecer, cuando la torre se ilumina, se produce un efecto caleidoscópico por el reflejo de la serie de puntos de luz situados entre el cilindro de aluminio y el revestimiento de espejos y visible a través del metal perforado. El sistema de iluminación, controlado por ordenador el pie de la torre, consta de 1.280 mini-lámparas y 12 luces de neón de forma circular, además de 30 focos situados en la base, 6 en el exterior y 24 en el interior.


El juego de luces cambia en función de la dirección y la velocidad del viento y de acuerdo con la intenisdad del ruido procedente del exterior. El movimiento de la luz se controla como si de música ambiental de tratase. Por eso, en alguna ocasiones, el cilindro de aluminio llega a convertirse en casi transparente, mientras que en otras la luz de los focos destaca los paneles de la superficie.
Referencias: El croquis 71
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